no es la primera vez (ni será la última) que me someto a la corredera por aeropuertos y pistas, sitios construídos en los 50's, alas modernas en otras ciudades, pero todas siempre conteniendo un corazón en pausa y una maleta emocional lista para ser vaciada o necesitada de más equipaje, y me he suspendido en los aires, y he atravesado tormentas, he perdido vuelos y he rogado entrada al avión en el último de los minutos...y regreso y nada, sólo con el corazón menos inocente y menos romántico, descubriéndome dura, dramática, intransigente y voluntariosa pero con ganas de perder el duelo y ceder, ceder para ganar eso que el corazón y el cerebro dice que en algún lado me espera.

ahora sé que no resulté ganadora en el concurso del que yo no compré boleto pero que andaba creyendo que era un boleto ganador encontrado...de hecho lo supe la mañana del sábado, mientras mi boca engullía un poserpastel mondrian y miraba a una pareja de intelectuales sufrir con lo poco artsy de su chamaco, recuerdo que tragaba masamondrian y pensaba: esto es todo?

no estoy triste, no estoy nada...la vida adulta sigue enseñandome cosas, ni modo.