De noche la pobre Drumlin solía vagar por la casa soltando unos maullidos de ultratumba. Nada la consolaba: buscaba algo que había perdido, pero no sabía qué. (Era su mente, de hecho, si puede decirse que los gatos tienen mente.) Por las mañanas encontrábamos señales de pequeños mordiscos en los tomates o en las peras: la gata había olvidado que era carnívora, no recordaba lo que supuestamente debía comer. Ésa es la imagen que tengo de la situación en que yo misma acabaré: errante por la casa en la oscuridad, con mi camisón blanco, aullando por algo que he perdido y no consigo recordar. Es insoportable. Despierto de noche y alargo el brazo para asegurarme de que Tig todavía esta ahí, de que todavía respira. Todavía sí, todo está bien.

MARGARET ATWOOD / DESORDEN MORAL
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sale a la luz una nueva novela de la atwood, apenas llevo una veintena de páginas y ya estoy temblando.